(25) Ahora pues, te ruego que perdones mi pecado y vuélvete conmigo para que adore al SEÑOR.

Qué locura pedirle a Samuel que perdone su pecado. Pero para preservar aún su dignidad con el pueblo, el hecho de que Samuel se volviera con él para adorar al Señor parecía llevar consigo la idea de que todo estaba arreglado de nuevo. Así, los pecadores que están bajo el evangelio se complacen mucho si pueden tener una apariencia exterior con los hombres: poco considerando cómo hacer las paces con Aquel que lee el corazón.

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