REFLEXIONES

AQUÍ, alma mía, en vista de la comisión de Samuel de ungir a David como rey de Israel, aprendes la importancia infinita de destacar a tu David Todopoderoso, como tu rey y elegido de entre sus hermanos. No temas a todos los Saúl que se opondrían a ti, sino que ponían valientemente la corona sagrada de tu redención sobre su santa Cabeza; y sepa el mundo que aquel a quien tu Dios y Padre ha escogido como soberano, es también tu escogido. El Cristo del Señor es tu Cristo; y su ungido, tu ungido de entre diez mil.

Y en cuanto a ti, bendito, santo, Ungido; A ti te pertenece, tanto por tu derecho natural, como uno con el Padre, sobre todo Dios bendito para siempre, como por tu derecho designado y adquirido, como Mediador, reinar sobre tu iglesia y tu pueblo. Toma tu gran poder y gobierna en mi corazón, y sobre toda mi alma y mi cuerpo para siempre. Aunque como David, eres sacado del más bajo estado de pobreza, de modo que cuando estabas en la tierra no tuviste dónde recostar tu cabeza; sin embargo, eres puesto por encima de todos tus hermanos.

Tú eres aquel a quien todos alabarán, y todos los hijos de tu Padre se inclinarán ante ti. El Padre puso solemnemente todas las cosas en tu mano y declaró que los hombres serán bienaventurados en ti, y todas las naciones te dirán bienaventurada. Ante ti, por tanto, quisiera doblar la rodilla y unirme a toda criatura para confesar que Jesucristo es el Señor de todos, para gloria de Dios Padre.

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