REFLEXIONES

¡LECTOR! ¡Qué consideración bendita es para el alma renovada en Cristo, que Él, hecho por Dios para nosotros, sabiduría y justicia; ¿No es menos nuestra santificación y redención? Y es uno de los pensamientos más bienaventurados, y que Dios el Espíritu Santo está imprimiendo para siempre en la mente de su pueblo, que nuestra unidad y unión con el Señor Jesús, trae a colación un interés en todo lo que pertenece. a él como Cristo.

Nuestra unión con su Persona, da seguridad a nuestra vida en él, nuestras gracias de él y nuestra felicidad eterna con él; porque ciertamente, donde Él está, deben estar sus miembros. Precioso Jesús, que nunca pierda de vista esas misericordiosas seguridades tuyas. Porque yo vivo, vosotros también viviréis.

¡Bendito Señor el Espíritu! gracias a ti, por enviar a tu siervo a enseñar a la Iglesia, cómo regular nuestros dolores, cuando estamos bajo providencias de duelo. Nunca dejes que mi alma llore más cuando alguien muera en el Señor. Pueden caer lágrimas. Sí, a Jesús no le disgustará cuando caigan. Es el funeral de la naturaleza. Y Jesús, que lloró a sí mismo en la tumba de Lázaro, no se enojará si alguien llora en la mía. Pero la gracia triunfa.

No es la muerte, sino el sueño, sí, un dulce y reparador sueño, cuando Jesús llama a sus miembros a casa. Pero mientras escuchamos la voz que escuchó Juan, podemos escribirla como la inscripción en las tumbas de los santos. ¡Bienaventurados los muertos que mueren en el Señor! Y, tan seguros como duermen en Jesús; tan seguro que Dios los traerá con Jesús en ese día cuando él venga. Y vosotros, miembros de Cristo, que aún no habéis nacido, a quien Jesús designará para que viváis en su venida; vosotros también participaréis de los triunfos de su venida.

Aunque no descendáis al sepulcro, el Señor cambiará vuestros viles cuerpos bajo los cuales gimís, y los modelará a semejanza de su cuerpo glorioso; según el poder por el cual puede someter todas las cosas a sí mismo. ¡Señor! da gracia a tu Iglesia, para que en medio de todas las circunstancias agonizantes de tu pueblo abajo, podamos consolarnos y exhortarnos unos a otros con estas palabras.

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