REFLEXIONES

¡LECTOR! cuanto más recorremos los escritos inspirados de este gran Apóstol, más motivos encontramos para bendecir a Dios por su ministerio. ¡Qué cariño manifiesta aquí, a la Iglesia de Cristo! ¡Qué amor a Timoteo, como ministro de la Iglesia! ¡Qué sinceridad expresa para ser hallado fiel! ¡Y qué placer se siente al repasar una y otra vez la maravillosa historia de su conversión! No puede encontrar expresiones suficientemente humillantes para manifestar su propia inutilidad: ni ninguna suficientemente exaltada para alabar las riquezas de la gracia de Dios.

Seguramente el Espíritu Santo pretendía, a partir de la frecuencia de este relato que se presentaba ante la Iglesia, mostrar a los pobres pecadores, que ningún estado está demasiado contaminado, ninguna vida o pecado demasiado abandonado para estar fuera del alcance de la sangre de Cristo. ¡Sí! ¡Pablo! Tú eres en verdad un modelo de las abundantes riquezas de la gracia; sí, y gracia abundante a todos los que en el futuro crean en el Señor Jesús para vida eterna. ¡Oh! bendito Jesús! capacítame con tu fuerza para tener fe y buena conciencia en ti; y todos los días clamar con Pablo: Ahora al Rey eterno, inmortal, invisible, el único Dios sabio sea honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén.

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