LA PRIMERA EPÍSTOLA DEL APÓSTOL PABLO A TIMOTEO
OBSERVACIONES GENERALES
Entramos aquí en las labores posteriores del apóstol Pablo. Las epístolas anteriores fueron todas dirigidas a las iglesias. Esta y la segunda epístola, junto con las dos siguientes, a Tito y Filemón, son para personas. Pero la forma de sujeto del conjunto es la misma. Todas las predicaciones, escritos y ministerio de Pablo no tratan de nada más que de Cristo. Cristo es el texto, el sermón y la aplicación de Pablo.
Timoteo, a quien Pablo escribe aquí, era de ascendencia judía por parte de la madre, pero su padre era griego. Fue la misericordia de Timoteo, que le habían enseñado las Escrituras desde temprano. Y el Señor, en su providencia, lo trajo bajo el Evangelio cuando era joven, en los Hechos de los Apóstoles nos encontramos con el primer relato de él en Listra. Después de lo cual leemos con frecuencia de él como compañero de Pablo.
El tema de esta epístola no necesita ser notado más en este lugar. Descubriremos el diseño del Apóstol, bajo Dios el Espíritu Santo, a medida que avanzamos en los varios Capítulos. Se dice que fue escrito por el Apóstol en Laodicea y, probablemente, alrededor del año 55, aunque algunos lo ubican más tarde. Sin embargo, lleva consigo marcas de inspiración divina. Sólo detengo al Lector en rogarle que entre en la lectura conmigo en oración, para que el mismo Señor Todopoderoso, que graciosamente nos ha dado esta dulce Escritura, con la misma gracia nos dé el corazón comprensivo para aprehender sus misericordiosas instrucciones en ella, para que sea útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que, como hijos de Dios, seamos perfectos, enteramente preparados para toda buena obra.