REFLEXIONES

Consideraría bien el contenido de este dulce Capítulo. ¡Qué misericordia para un lugar, para una Iglesia, para un pueblo, es un siervo fiel del Señor Jesucristo! Qué misericordia para ese siervo, ese ministro, que tiene este tesoro en un vaso de barro; que cuando la debilidad de las criaturas se manifiesta y tiene éxito en la fuerza del Creador; puede llevar su corazón a dar toda la gloria al Señor.

¡Bendito Jesús! hazme un humilde seguidor de aquellos siervos fieles de la antigüedad, que fueron capacitados por la gracia para sobrellevar siempre con ellos la muerte del Señor Jesús; para que también la vida de Jesús se manifestase en su cuerpo. ¡Oh! para que la gracia se mantenga por encima de las aflicciones de un momento, en la perspectiva segura y certera de esa gloria eterna que será revelada. ¡Señor! concede, que una visión creyente de ese Pacto eterno, que está ordenado en todas las cosas y seguro, y una conciencia por medio de la gracia, de un interés personal en todas las bendiciones del mismo; puede evitar que mi alma se desmaye, bajo cualquiera de los ejercicios del presente estado de tiempo de existencia.

Aún dentro de poco, y el que ha de venir, vendrá y no tardará. ¡Oh! por una vida de fe en pleno ejercicio, hasta que venga lo perfecto; y cuando se acabe lo que es en parte.

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