Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado; para que seamos hechos justicia de Dios en él.

Se podrían escribir volúmenes sobre este versículo bendito de la Escritura: y cuando todas las facultades de la mente humana se hubieran agotado, para expresar todo lo que la imaginación pudiera concebir, de la bienaventuranza contenida en ella, innumerables cosas quedarían sin decir y sin escribir; tan infinitamente llenos son los dichosos contenidos. Que Cristo, que no conoció pecado, sea hecho pecado por su pueblo: el que es la santidad misma, y ​​el más puro de ojos para contemplar la iniquidad; ¡Debería ser contado por impío, y toda la iniquidad de su pueblo sería puesta sobre él! sí, el que es Uno con el Padre, sobre todos Dios bendito para siempre, debería ser por ellos maldición: ¿qué mundo de misterios contiene este tema? ¡Pero lector! piensen y piensen con santo, éxtasis y gozo, en la bienaventurada verdad relacionada con ella, si Cristo, que no conoció pecado, fue hecho pecado por ellos; ¿También los que son su pueblo, y que en sí mismos son todos pecado, y no conocen la justicia, son hechos justicia de Dios en él? De modo que son realmente y verdaderamente considerados justos ante Dios en su justicia, tanto como Cristo se presentó ante la vista de Dios como la Fianza del pecador, y fue contemplado y considerado pecado por ellos.

Y esto se convierte en la única causa, como siempre se pretendió, de la justificación del pecador ante Dios. No procurar favor a su pueblo, a ninguno de sus trabajosos intentos de justicia; sino ser la misma justicia de su pueblo. Cristo mismo es su justicia. Y son aceptados como justos en él. ¡Oh! la inefable felicidad de mirar así a Cristo y conocerlo como el Señor nuestra justicia.

Dulcemente el Apóstol habla de la Iglesia, hecha justa en su justicia, cuando dice; el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justicia, santificación y redención. Y como dulcemente el Profeta enseñó a la Iglesia, bajo Dios el Espíritu Santo, a tomar todo el consuelo y la confianza de la provisión divina, al poner esas palabras en la boca de los redimidos: Ciertamente se dirá, en el Señor has Yo justicia y fuerza; aun a él vendrán los hombres, y todos los que se enojan contra él serán avergonzados.

En Jehová será justificada y se gloriará toda la simiente de Israel, Isaías 45:24 ; 1 Corintios 1:30

REFLEXIONES

Quien es bendecido en el Señor, que puede unirse a la confianza del Apóstol, en la misma certeza bien fundada en Cristo; que cuando caiga el tabernáculo de esta casa terrenal, la mansión de gloria en Jesús, esté abierta para su recepción segura? ¡Oh! ¡La vasta, la diferencia concebible, que tendrá lugar, en el tribunal de Cristo, entre los redimidos del Señor y los no regenerados! ¿Quién formará la concepción entre los gritos de santa alegría y los gritos de los condenados? ¡Señor Jesus! ahora sé tú mi porción; y seguro que lo estoy, tú serás entonces mi confianza eterna, Señor. dame todas las dulces propiedades de la nueva criatura, y así hacer que el amor de Cristo me constriña, de modo que durante todo el tiempo-estado de mi permanencia aquí abajo, pueda así juzgar, y así actuar, que si uno muere por todos , luego estaban todos muertos; y que murió por todos, para que los que viven no vivan de ahora en adelante para sí mismos, sino para él, que murió por ellos y resucitó. ¡Bendito Señor Jesús! ¡Sería completamente tuyo! Y, ¡oh! ¡El pensamiento arrebatado! ¡Soy hecho justicia de Dios en ti!

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