Hawker's Poor man's comentario
2 Crónicas 1:17
REFLEXIONES
PASO por encima de cualquier otra consideración en este capítulo, para tener mi alma incesantemente fija en ti, glorioso Salomón, y el pacífico y feliz reino de justicia, que al llegar al trono de tu padre David, tú, tú, oh ¡Bendito Jesús, has traído a la redención de la humanidad! No puedo mirar a ningún otro. ¡No me atrevo a apartar mis pensamientos de la contemplación de Jesús! Tu palabra me dice que en ti están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y el conocimiento.
¿Y a qué otra fuente iré, que soy tan pobre e ignorante en mí mismo, y necesito abastecimiento tan continuamente, cuando todas las riquezas y el honor están contigo, y no hay nadie más que pueda hacer que mi alma herede la sustancia? Como el Salomón de quien leí en este capítulo, diría: Dame entendimiento y conocimiento, para que pueda tener esa vida eterna, que consiste en la luz del conocimiento de la gloria de Dios en el rostro de Jesucristo. ¿No te ha constituido Dios tu Padre Rey en Sion? ¿No ha entregado todas las cosas en tu mano? ¿No están atesoradas en ti la gracia, la misericordia, la vida y la paz? ¿Y no se encuentran en ti todas las bendiciones que tus redimidos puedan necesitar, en el tiempo o en la eternidad? no simplemente tan abundante como las piedras de Jerusalén, sino inagotable, incalculable, inescrutable? ¡Oh! ¡Entonces, por la fe para creer el testimonio que Dios ha dado de su amado Hijo! Vendría a ti, bendito Jesús, para todo lo que necesite.
Y vendría como uno seguro de obtener. Porque aunque tienes todos los tesoros del cielo y eres el Tesorero Todopoderoso, no lo eres para ti, sino para tu pueblo. Al Padre le agradó que en ti habitase toda plenitud; que de tu plenitud todos podamos recibir, y gracia por gracia. ¡Quién tan dispuesto a dar como Jesús! ¡Quién tan necesitado como yo! Derrama, pues, Señor, de tu plenitud. No pido las riquezas, las riquezas, el honor de este mundo vano, sino la sabiduría que hace sabio para la salvación. ¡Le pregunto al mismo Jesús! Concédeme a ti mismo, oh Señor, porque en ti tengo todas las cosas.