REFLEXIONES

¡DÓNDE volarán las almas creyentes en sus problemas, sino a un pacto con Dios en Cristo! Como Josafat, se nos dice, y por la autoridad incuestionable de la palabra de Dios, que los hijos de Ammón y los hijos de Moab, la hueste de enemigos que surgieron del mundo, de nuestra propia naturaleza corrupta y de los poderes de tinieblas, todos vienen contra nosotros, día a día, a la batalla. Pero si, como Josafat, en lugar de reunir fuerza y ​​habilidad humanas, nos refugiamos en el Dios de nuestra salvación; Si salimos, amado Jesús, en tu nombre, y en tu justicia nos jactamos, seremos más que vencedores, por tu gracia ayudándonos.

Y seguramente encontraremos el valle de Berachah: todo lugar ciertamente abrirá espacio para la bendición, porque cada evento proporcionará una causa para ello. Pero aprende, alma mía, en medio de todas las cosas preciosas que contiene este capítulo, del amor y la misericordia del pacto de Dios para su pueblo, qué corrupciones aún permanecen en nuestra vieja naturaleza. ¿No es ahora, como sucedió con Josafat y Judá, en medio de toda la reforma establecida? ¿No se encuentran todavía los tristes efectos de lo que es el corazón humano con los creyentes ahora, como con Judá entonces? Se dice que los lugares altos no fueron quitados; porque todavía el pueblo no había preparado su corazón.

¡Oh! precioso Jesús! ¿No sé, no siento el funcionamiento diario de una naturaleza corrupta? Y aunque has obrado, bendito Consumador de la salvación, una completa liberación para mí en tu sangre y justicia, sin embargo, como para mantenerme cada día, cada hora consciente de que la obra es toda gracia; y lo que una vez necesité para sacarme de la oscuridad de la naturaleza, lo necesito a diario para evitar que vuelva a caer en ella; ¿No me estás mostrando que los lugares altos de la vanidad, el orgullo, la justicia propia y la ruptura del pecado, todos contradictorios entre sí, sin embargo, molestan a mi pobre alma y manifiestan lo pobre que soy continuamente?

¡Señor! ¡Anula estas cosas para tu gloria! ¡Dame para ver tu preciosidad! Permíteme mejorar mi interés en ti día a día, para que, despojado de todo, pueda apoyarme por completo en ti y buscar consuelo solo en tu obra terminada. ¡Oh! por la gracia de vivir así una vida de fe en el Hijo de Dios, y hacer mención de tu justicia, aun la tuya única.

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