REFLEXIONES

¡LECTOR! qué cosa tan terrible debe ser, en una iglesia que se llama a sí misma cristiana, estar bajo la dirección de falsos maestros. ¡Profesando el nombre de Cristo y, sin embargo, negando su Deidad! ¡Sintiendo su propio estado diario de pecado y corrupción ante Dios y, sin embargo, rechazando la única forma posible de encontrar la paz y el perdón con Dios, en la sangre y la justicia de Jesucristo! ¡Mi alma! no entres en su secreto; a su asamblea mi honor no te unas, ¡oh! por gracia, en medio de una generación torcida y perversa, para desafiar toda oposición de los hombres; y proclamar fiel, plena e incesantemente al Señor nuestra Justicia.

¡Precioso Señor Jesús! sea ​​tu nombre como ungüento derramado. Y como sabes librar a los piadosos de la tentación; Guárdalos ahora, oh Señor, en estos tiempos terribles, cuando el Espíritu Santo amonesta a la Iglesia, que se levantarán falsos maestros, incluso entre la gente. ¡Señor! ¡dar! nosotros gracia, para discernir lobos rapaces de los verdaderos pastores, y los que aman al rebaño de los que viven solo para desplumarlos.

Mi alma se siente aliviada al ver que Jesús conoce a sus ovejas y es conocido por ellas. Los guardará en el día oscuro y nublado. Él los cuidará para siempre. Los traerá a casa y los traerá a su reino eterno. ¡Precioso Señor Jesús! ¡Cuán seguros y seguros están todos los tuyos, guardados por tu propio poder!

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