Hay una nobleza de alma en la mujer, al declinar así el favor de la corte. El interés del profeta estaba más en Dios que en el rey. Es como si hubiera dicho: No hables por mí con el hombre, sino con Dios. ¡Lector! ¿Serías hablado por ti? ¡Sí! al Rey de reyes, y Señor de señores al capitán del ejército del Señor; ¡incluso Jesús, el Dios de nuestra salvación!

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