No puedo pasar por alto la reseña de estos versículos sin desear que el lector se detenga a comentar conmigo una o dos circunstancias que merecen nuestra observación. ¡Qué personaje tan espantoso era este Giezi! Aunque había estado tanto tiempo con su maestro, había visto sus milagros, escuchado sus discursos y estaba plenamente convencido de que el Dios de Eliseo podía suplir todas sus necesidades; ¡sin embargo, codicia las cosas lamentables de plata y oro que Naamán había traído consigo! ¡Y lector! no deje de observar, porque es un punto de la mayor importancia; que estar al servicio del profeta, ver sus milagros y escuchar sus sermones, no transmitió gracia al corazón de Giezi.

Los siervos de Naamán, aunque idólatras, fueron fieles. El de Eliseo, aunque adoraba al Dios verdadero, era vil e indigno. ¡Oh! ¡Qué lecciones nos enseñan tales cosas! Y observe, en esta conducta mentirosa de Giezi, cuán atrevidamente invocó el nombre del Señor en el hecho: Vive el Señor, fue su expresión. Si no me equivoco, el Espíritu Santo ha marcado la existencia propia, la soberanía y la supremacía del Señor Jehová, bajo esta frase en las Escrituras, en muchas partes donde nos encontramos con ella.

Pero siempre es dicho por el Señor mismo, o de la manera más reverencial por sus siervos, en referencia a él. E implica que, hablando estrictamente y propiamente, nadie más que Dios mismo puede decirse que vive. Toda la otra existencia se deriva de él. Si este es el estado real del caso, le ruego al lector que me comente, qué espantosa profanación debe ser de esta perfección distintiva de Jehová, cuando las mentes ligeras, y que es muy común en el mundo, en su conversación trivial. , a modo de confirmar lo que dicen, asumir este lenguaje y gritar; como yo vivo; Isaías 49:18 ; Jeremias 22:24 ; Ezequiel 14:16 ; 1 Reyes 18:15 , etc.

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