REFLEXIONES

¡LECTOR! mientras el Apóstol habla así a la Iglesia, de los tiempos peligrosos que vendrán, no digamos con Juan: Hijitos, es la última vez. Y como hemos escuchado que el Anticristo vendrá, incluso ahora hay muchos Anticristos; por lo que sabemos eso, es la última vez. ¡Pero lector! ¿Quién puede oír lo que el amado Apóstol ha añadido a esta solemne Escritura, sin la más dolorosa preocupación? Salieron de nosotros, ¡pero no eran de nosotros! Es bastante angustiante que el Espíritu nos diga en profecía que la Iglesia será asaltada por herejías en la dispensación de los últimos días; y que somos de esas últimas edades en las que aparecen esas herejías, pero que se diga, que incluso en las Iglesias, donde se profesa la verdad como es en Jesús, se levantarán hombres hablando cosas perversas para arrastrar a los discípulos tras ellos;

¡Pero lector! no pases por alto la seguridad de los fieles. Esa unción del Santo, que poseen todos los hijos de Dios verdaderamente regenerados en Cristo, enseña todas las cosas y guardará al pueblo del Señor; y el maligno no los tocará. Ésta es nuestra promesa. Y bendita promesa que es, en este presente malvado día.

¿Y no bendeciremos tú y yo a Dios el Espíritu tanto por la información como por los medios de seguridad? ¿No vemos en este capítulo suficientes marcas de carácter para discernir las señales de los tiempos, para juzgar a los siervos fieles del Señor de los que complacen el tiempo? Donde vemos hombres que se aman a sí mismos, orgullosos, jactanciosos y demás; y una delgadez de alma entre el pueblo, que se contenta con la apariencia de la piedad, pero niega e ignora su poder; y cuando contrastamos tal estado, con el que Pablo describe de sí mismo, (y que más o menos menos debe distinguir a todos como Pablo), cuya doctrina y forma de vida no pueden sino engendrar odio, malas palabras y persecución; de todos los fariseos y meros profesores nominales de religión; no son los diferentes personajes claramente definidos, como atraído por un rayo de sol? Bendito sea Dios Espíritu Santo, por su bondadosa predicción de aquellos tiempos peligrosos; y por su divina enseñanza de su pueblo para probar los espíritus y discernirlos.

¡Lector! estemos esperando a la puerta de la sabiduría, en estos terribles días de herejía. Y miremos y veamos cómo los hombres malos y los engañadores, entre los fariseos y los meros Profesores, van de mal en peor; más miserables, más flacos de alma, engañando a hombres como ellos, no al pueblo de Dios, y siendo ellos mismos engañados. Y las Santas Escrituras de nuestro Dios, que son útiles para todo al hombre de Dios, estén cada día en nuestras manos, mientras Dios el Espíritu instruye a nuestro corazón; para que seamos hallados de ese feliz número, fortalecidos por la gracia, en la fe que es en Cristo Jesús.

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