REFLEXIONES

BENDICIÓN, honra, gloria y poder sea al que se sienta en el trono; y al Cordero, por los siglos de los siglos. ¿Qué alabanza suficiente, o qué gloria igual, pueden la Iglesia en la tierra, y los redimidos en el cielo, rendir al Único y glorioso Jehová, Padre, Hijo y Espíritu Santo, por el amor sin igual manifestado a la Iglesia en Jesucristo, ! Y qué eterna acción de gracias, la lectura de esas Sagradas Escrituras suscita, en el uso diario de ellas, al contemplar, con qué mundo de gracia, los preciosos anales se han conservado y transmitido, de época en época, para el gozo de la Iglesia y la gloria del Todopoderoso Cabeza de ella.

¡Oh! ¡Señor el Espíritu! Bendice tú, en tu ministerio omnipotente, tu santa palabra a todos tus siervos enviados y al pueblo a quien los enviarás para ministrar, tanto al que trabaja en la palabra y doctrina, como a aquellos entre quienes se ejerce el ministerio. , puedan ser bendecidos juntos.

Bendecimos a nuestro Dios por el servicio de su Apóstol, en este caso de sus labores de amor, en esta Epístola a la Iglesia; por lo cual, estando muerto, aún habla. Y nuestro Dios continuará bendiciendo su uso para la Iglesia hasta la última posteridad. Que el Señor acompañe el presente examen de él para el honor divino y nuestro avance en la gracia, a través de Jesucristo,

Amén.

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