Aprovecho de este precepto para señalar lo necesario que debe ser que el corazón se establezca en la gracia, para que no nos dejen llevar por doctrinas diversas y extrañas. ¡Pobre de mí! si nuestra religión no es del corazón, no puede haber estabilidad ni dependencia en nuestra fe. Pero si amo al SEÑOR JESÚS porque lo conozco de verdad y de verdad, esta es la vida eterna. ¡SEÑOR! confírmame en esta fe. Juan 17:3 .

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