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Nuestro siempre adorado Redentor dijo a los fariseos en los días de su carne, que de los dos grandes mandamientos, del amor a Dios y del amor al prójimo, dependían todas las leyes y los profetas; y en consecuencia, habiendo Moisés señalado ampliamente en los capítulos anteriores el primero de estos, procede ahora, en este capítulo, a hacer cumplir los deberes de la segunda tabla de los mandamientos.

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