Si las observaciones anteriores de este capítulo, que me atreví a hacer acerca del siempre bendito JESÚS, estén bien fundadas o no, sin embargo, presumo hablar aquí con más confianza; porque el ESPÍRITU SANTO ha enseñado en gracia a la iglesia por el ministerio de su siervo el apóstol, que CRISTO fue hecho maldición por nosotros, y en él esta ley tuvo su gran consumación. ¡Precioso JESÚS! ¿De verdad te colgaste del árbol maldito, un espectáculo a la vez para el cielo y la tierra, como si no merecieras la atención o la atención de ninguno de los dos, cuando en tu alma inmaculada no habías cometido ningún pecado, y no se halló engaño en tu boca, y esto? con el propósito de que seamos hechos justicia de DIOS en ti. ¡Oh amor incomparable! ¡Oh condescendencia inigualable! ¡SEÑOR! permíteme llevar conmigo en mi cuerpo la muerte del SEÑOR JESÚS, y tu vida, oh Jesús,

Gálatas 3:13 ; 2 Corintios 5:21 .

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