REFLEXIONES

¡BENDITO JESÚS! Tú eres en verdad las primicias, y la primera y la última y la mejor ofrenda de mi alma, para la aceptación de mi DIOS. De madrugada deseo traerte el primero de cada año, y el primero de cada día, y el primero de cada mañana del día, y al final del día, como la única causa de mi regocijo; porque en el momento en que Haced esto, deseo con el israelita gritar: Un gentil a punto de perecer fue mi padre, y del Egipto del pecado y de la muerte, el SEÑOR ha sacado alma.

Él se acordó de mí en mi humilde estado, porque su misericordia es para siempre. ¿Y el SEÑOR, en verdad, se dignará a declararme por los suyos? ¿Seré yo de sus escogidos? ¿El PADRE de misericordias me considerará aceptado en el amado y me marcará como el objeto de su peculiar amor? ¿Mi JESÚS me compró con el precio peculiar de su sangre? ¿Ha visitado mi alma el ESPÍRITU SANTO con las influencias de su gracia peculiar? ¿Soy, en verdad, el objeto de la misericordia unida de los Santos Tres en Uno: y son las bendiciones peculiares del pacto, la porción de mi alma? ¡SEÑOR! Concédeme la gracia de este día para declararme, con todo lo que tengo y todo lo que soy, de ser tuyo para siempre.

Toma mis dos blancas (porque el alma y el cuerpo no son más que este vasto tesoro) y acéptalas, oh SEÑOR, en JESÚS, porque de las tuyas te doy. Testificadme, ángeles de luz, que no conoceré a ningún otro DIOS sino al SEÑOR DIOS de Abraham, Isaac y Jacob; que deseo ser distinguido de todas las naciones de la tierra, que no son el Israel de DIOS, como separado de ellos; y que de ahora en adelante haré mención de su justicia, la única suya, que es el DIOS de mi vida, y será mi porción para siempre.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad