REFLEXIONES

¡OH! ¡Tú, gran legislador y cumplidor de la ley, de una mejor dispensación, fundada sobre mejores promesas! Que pueda contemplarte en todos tus preciosos oficios y caracteres, mientras leo en este capítulo a tu siervo Moisés llamando la atención del pueblo. En el nombre de JEHOVÁ viniste personalmente una vez en los días de tu carne; y ahora vienes espiritualmente en el día de tu poder, ordenando a todo tu pueblo que escuche la ofrenda evangélica de tu sangre y tu justicia. ¡Oh! dame gracia, para recibir tu preciosa palabra, y clamar, con el cariño de alguien de antaño: ¡Oh! ¡Cuánto amo yo tu ley! ¡Es mi meditación todo el día! ¡Bendito JESÚS! que sea mi porción recibir la ley de la fe, la cual es obedecida, no por obras de justicia que yo he hecho o puedo hacer, sino por tu propia perfecta obediencia, en una justicia que cumple y satisface la ley.

Y concede, misericordioso DIOS, que mientras me veo justificado por tu sangre y justicia de todas las cosas por las cuales nunca podría ser justificado por la ley de Moisés, que las dulces influencias del ESPÍRITU SANTO me capaciten para vivir así. una vida de fe, en ti y en tu completa salvación, para que aunque esté muerto a la ley, como pacto de obras, no sea sin ley para con DIOS, sino bajo la ley para con CRISTO.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad