ECLESIASTÉS

O EL PREDICADOR.

OBSERVACIONES GENERALES.

Tenemos aquí otro de los Libros de Salomón, y escrito, como el que le precede, y como el que le sigue, bajo el Espíritu de inspiración.

El título del libro, Eclesiastés, implica un predicación. Y, de hecho, todo su alcance tiene este fin. Y Salomón el Predicador (que es el título que ha asumido en la ocasión) lleva consigo la idea de reunirse, confirma lo mismo. No dudo en atribuir este pequeño volumen a Salomón, porque el primer versículo lo prueba. Porque aunque no se llama a sí mismo por su nombre; sin embargo, como ningún hijo de David fue rey de Jerusalén sino Salomón, se sigue por una consecuencia innegable que no podía ser otro que él.

El gran designio que el Espíritu Santo parece haber tenido la intención de usarlo en la iglesia fue enseñar el vacío y la vanidad de todas las cosas aquí abajo, satisfacer los deseos de las almas inmortales. Y nada podría haber sido elegido más felizmente, que en el ejemplo del más sabio y más grande de todos los reyes de la tierra, para exponer esta verdad importante e importante. Y, como la convicción de esta doctrina debe, bajo la enseñanza del Espíritu bendito, ser instrumental para llevar el corazón a Cristo, aquí descubrimos en este libro de Dios, un método de gracia más, para hacer a los hombres sabios para la salvación por medio de la fe que está en Cristo Jesús.

Con respecto a la época en que Salomón escribió estos dichos de oro en papel, los escritores están bastante divididos en opiniones al respecto. Pero la mayoría ha concluido que fue hacia el final de su vida; por cuanto el conjunto parece ser conclusiones prácticas y experimentales, que un alma enseñada por la gracia sacaría de reflexiones serias sobre la vida humana. Todo lo vacío de Jesús, siendo, como lo expresa el texto constante de este Predicador, Vanidad de vanidades, todo es vanidad.

No creo que sea necesario detener más al Lector con Observaciones Generales, para que no entre inmediatamente en la lectura de este libro de Dios. Pero mientras busco la gracia y las enseñanzas del Espíritu para guiarme a través de ella, le pido al lector que dirija sus ojos al mismo Guía Todopoderoso; que ya sea por declaración inmediata, o por alusión directa, ambos podemos ser llevados a ver, que a Cristo y su única salvación terminada, todo se refiere; en Él todo está bellamente explicado; y Él, y solo Él, es el Centro al cual Jehová todo el tiempo pretendía que todo lo reuniera, en la dispensación del tiempo, cuando Cristo deba ser presentado como la Cabeza de la Iglesia, que es su cuerpo, la plenitud de Aquel que llena considerándolo todo.

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