REFLEXIONES

¡Mi alma! busque la gracia, como lo hizo Pablo, para bendecir a Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo, por las maravillas del amor divino, como se expone en este precioso Capítulo de donde fluyen todas las misericordias a la Iglesia, en el tiempo; y por toda la eternidad. ¡Mirad! Alma mía, ¡de qué método se complació el Señor en utilizar, entre todas las reservas de su Omnipotencia, para dar a conocer su amor a la Iglesia! En la Persona de su Hijo claro, hizo que todo se centrara.

Y al Señor le agradó hacer todo diez mil veces más bienaventurado, haciendo que todo fluyera hacia, desde y a través de una naturaleza como la nuestra, en la Persona del Dios-Hombre Cristo Jesús. ¡Pausa, alma mía! admire y adore a cada Persona gloriosa, en su carácter de Oficio, en esta vasta preocupación. ¡Bendice a Dios Padre, por su amor, al elegir, predestinar, adoptar y aceptar a todo el cuerpo de la Iglesia, en Cristo, antes de la fundación del mundo! Bendice a Dios Hijo, por ese amor suyo, al casarse con la Iglesia desde la eternidad; y por redimirla de las ruinas de la caída, durante su estado de tiempo sobre la tierra.

Y bendiga a Dios Espíritu Santo, por haber abundado para con la Iglesia en toda sabiduría y prudencia, al dar a conocer el misterio de su voluntad y en toda su gracia y misericordia regeneradoras. ¡Sí, bendito sea por siempre Jehová, en su triple carácter de Persona, por Cristo, y todas las bendiciones en Cristo, temporales, espirituales, fin de las bendiciones eternas, para siempre!

¡Señor! Habilita a tu Iglesia para que esté esperando ese glorioso día de Dios, cuando la plenitud de los tiempos venga, todas las cosas serán reunidas en Cristo. ¿Qué reunión de tu pueblo será ésta, en glorias indecibles? ¿Qué dispensa de terror para tus enemigos? ¡Precioso, precioso Jesús! Cuán dulce es para mi alma la seguridad de estar ahora reunida contigo en gracia, como la prenda y la prenda de ser luego reunida contigo en gloria. ¡Señor! llena mi pobre alma con tu plenitud; y manifiesta cada día para mi gozo y tu alabanza, que tú eres en verdad mi Cabeza, y la plenitud, que lo llena todo en todo.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad