REFLEXIONES

¡Bendito Dios! hazme poder para reverenciar tu santa ley, y nunca perder de vista esa solemne verdad, que antes que una jota o tilde de tu ley falte; Tú has dado esa Fianza gloriosa y suficiente, para que sea hecho pecado por nosotros, para que nosotros seamos hechos justicia de Dios en él.

Y ¡oh! Tú adorado Redentor, que toda visión renovada y cada repetición de la ley de tu Padre sirvan para hacerte querer aún más en mi corazón. Que pueda ser conducido desde allí para contemplarte como volviéndote uno con nuestra naturaleza, con el propósito expreso de cumplir toda la voluntad y la ley de Dios, para nosotros y para nuestra salvación. Y como lo hiciste, has respondido graciosamente a la demanda, tanto en obediencia como en sufrimiento, de todo lo que se debía a la justicia divina.

¡Sí! Tú aclaras a Jesús, tú asumiste toda la deuda sobre ti, y cuando no teníamos nada que pagar, ni en hacer ni en sufrir, entonces dijiste: Yo seré fiador por ellos: de mi mano, Padre, tú lo harás. lo requiera. Señor, ayúdame, por las dulces influencias de tu Espíritu Santo, a aceptar a tu persona sagrada, bajo este carácter completo, como mi Justificador ante Dios. Bendito Espíritu de toda verdad, guía mi alma a Jesús, y nunca permitas que tenga más que un altar de tierra, o que levante una herramienta propia, para contaminar el dulce sacrificio de la sangre y la justicia de Jesús.

Nunca me dejes ir por ahí para establecer mi propia justicia, pero muy agradecidamente bendiga a Dios por la justicia del pacto de Dios mi Salvador; bendiciendo y alabando la misericordia divina, que cuando por el pecado me había destruido a mí mismo, y los terrores de una ley quebrantada se levantaron contra mí, Jesús fue hecho por Dios para mi alma, sabiduría, justicia, santificación y redención, para que todos mi gloriarse sea él en el Señor.

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