REFLEXIONES

¡Lector! aún mantén la vista fija en el Señor Jesús, hasta el final, mientras miras por encima de los muebles del tabernáculo. Y como Moisés escribió acerca de Cristo, que sea tu felicidad y la mía, en cada parte de sus escritos, contemplarlo. Aquí, le diría a mi alma, mirando el altar del holocausto, aquí veo a Jesús, el altar de todas mis ofrendas, representado. En él, y en su persona sagrada, la justicia y la salvación, encuentro todo lo que se puede necesitar, como una ofrenda por el pecado.

En la fuente de la regeneración, por su Espíritu Santo, déjame lavarme y ser limpio. Y como el pueblo se ofreció voluntariamente, en el tabernáculo judío, así el Señor Jesús, habiéndote encontrado a ti y a tu justicia, de buena gana me separaría de todo lo que está a continuación, y desearía contar todo menos el estiércol y la escoria, para poder ganar a Cristo.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad