Debería parecer que este no es solo un nuevo sermón, sino que se pronunció en un período diferente al anterior, aunque el intervalo quizás no fue largo. Y es un sermón muy dulce y lleno de gracia, y lleno de las promesas más benditas. Y lo que aquí se dice es verdaderamente evangelio, y evidentemente se entrega con la mirada puesta en Cristo. El lector observará, no sólo cuáles son las promesas, sino cómo están aseguradas y confirmadas en la fidelidad del pacto: todas corren y se basan en esta gran seguridad; ellos serán mi pueblo y yo seré su Dios.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad