REFLEXIONES

Ruego al lector que se detenga en este capítulo y contemple al Profeta en su fidelidad y al pueblo en su locura. Con qué seriedad aparecieron todos los acontecimientos que fueron presentados ante el Profeta en visión; ¡Y cómo se derritió su corazón al revisarlos! ¡Y con qué indiferencia, tal vez con desprecio, Pelatiah recibió la comisión del Profeta, y qué solemne juicio siguió! ¡Señor! Da gracia a los pecadores, en este nuestro día, del ministerio público de tu palabra, para que reciban tu verdad en el amor de ella, y resulte sabor de vida para vida en el alma.

¡Oh! bendito Jesús! ven en un evangelio predicado, sometiendo los corazones de los pecadores al cetro de tu gracia, haciendo que toda rodilla se doble ante ti, y haciendo que toda lengua confiese que tú eres el Señor, para gloria de Dios Padre. Amén.

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