Es muy apropiado que el Lector observe lo que el Señor repite tan a menudo a su siervo el Profeta acerca de su pueblo, que es una casa rebelde. Pues esta consideración ayudará al Lector a hacer una doble mejora de la asignatura; primero, de su indignidad; y en segundo lugar, de la misericordia divina y de los largos sufrimientos manifestados hacia ellos. ¿Qué, sino la fidelidad del pacto en Jehová, podría haber resistido contra una maldad tan endurecida? ¿Y qué, sino la persona, la sangre y la justicia de Jesús, se podría haber encontrado para suplicar tolerancia? ¡Oh! ¿Cuán precioso, pues, contemplar la eficacia de la salvación en Jesús, para la Iglesia antigua, antes de que Jesús viniera a hacerla eficaz tanto para la vieja como para la nueva? La figura de Ezequiel quitando sus cosas, fue felizmente elegida, para mostrar el traslado de todo Israel al cautiverio.

Probablemente los cautivos en Babilonia esperaban que el príncipe Sedequías y el pueblo que aún permanecía en Jerusalén pudieran hacer algo por traerlos de regreso. Y por lo tanto estas falsas esperanzas Ezequiel está aquí, por tipo, arrojando; y mostrando que incluso el mismo Sedequías, con todos los que quedaban en Jerusalén, excepto unos pocos, debían seguir a los cautivos a Babilonia.

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