REFLEXIONES

¡LECTOR! qué misericordia es, en nuestros días, que en medio de todos los falsos profetas y herejías; que han entrado como un diluvio, el Espíritu del Señor ha levantado, y continúa levantando, bandera contra ellos; de modo que si algún precioso hijo de Dios no sabe la verdad, en medio de la multitud de pretendientes a ella, hay una promesa que, si es debidamente atendida y considerada, no puede dejar de preservar del error.

Aunque el Señor te dé (dice uno de los Profetas) pan de angustia y agua de aflicción, tus maestros nunca más serán llevados a un rincón; pero tus ojos verán a tus maestros, y tus oídos oirán a tus espaldas una palabra que diga: Este es el camino; andad por él cuando se desvíe a la derecha y cuando se desvíe a la izquierda. Y, como si esto no fuera suficiente, hay otra promesa absoluta hecha por el Señor a todos los hijos de Cristo, a saber, que todos serán enseñados por Dios.

Por tanto, aquí el Señor les pide que se mantengan alejados de los falsos profetas y se sometan a verdaderos maestros; y el Señor Jesús hace de esto un testimonio o una marca permanente, que todos los que verdaderamente son enseñados por Dios vienen a él. ¡Lector! Le suplico que esta sea su mejora y la mía a partir de la lectura de este capítulo. ¿Tememos a los profetas mentirosos? ¿Estamos ansiosos por descubrir la paja del trigo? ¿Es una preocupación trascendental conocer la verdad, para que la verdad nos haga libres? Entonces, ¿qué se nos enseña de Cristo? ¿Qué nos dicen los profetas actuales, me refiero a los predicadores de la generación actual, de Jesús? ¿Lo sostienen como lo revelan las Escrituras, el camino y la verdad y la vida? ¿Se deleitan en hablar de las glorias de Su persona y del mérito y la eficacia eternos y eternos de Su sangre y justicia? como Dios el Espíritu Santo se deleita en glorificarlo? Si es así, estos son los verdaderos profetas, porque conducen, como la estrella guió a los sabios, a Cristo; y en esto conocemos, dice el Apóstol, el espíritu de verdad del espíritu de error.

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