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El Profeta es ordenado aquí, y fue una ordenación sumamente bendita. El Señor le muestra cuál será la naturaleza de su ministerio y le ayuda a estar armado para el servicio.

Ezequiel 2:1

Tenemos aquí la ordenación divina del Profeta a su ministerio. Habiendo preparado el Señor su mente por la visión solemne del Capítulo anterior; ¡Y esa visión hizo que el Profeta cayera sobre su rostro ante el Señor! Ahora comienza la ordenación. ¡Oh! ¡Cuán devotamente se debe orar por que los ministros del santuario de Dios fueran todos así preparados bajo las impresiones de la gracia, y humillados hasta el polvo de la tierra ante el Señor, en la conciencia de su propia nada, cuando esperaban la ordenación, para salid a contarles a otros de su nada y de la suficiencia total del Señor Jesús.

Detengo al lector en este versículo solo para señalar la peculiaridad de la expresión con la que se llama al Profeta, Hijo del Hombre. Ninguno de los del Profeta sino Ezequiel, por lo que recuerdo, fue llamado por este nombre; y él no menos de noventa veces en su profecía. ¿Fue como un tipo de Jesús? Hago la pregunta, pero no la determino. Ciertamente es notable. Porque es una frase que se usa peculiarmente para el Señor Jesucristo. Y de Él se usa en los Evangelios más de sesenta veces.

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