REFLEXIONES

¡LECTOR! ¡detente este Capítulo y observa el estado transitorio de todo lo terrenal! ¿Qué ha sido de todas las grandes monarquías del mundo? ¡Ellos, que hicieron tanto ruido y se jactaron en su día, dando leyes al mundo! ¡Pobre de mí! el diluvio del tiempo ha pasado sobre ellos y los ha lavado a todos.

¡Lector! en vista de circunstancias tan cambiantes y fluctuantes de la vida humana; ¿No miraremos tú y yo a Él, que es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos? ¡Precioso Señor Jesús! Cuán bienaventurado es para mis pensamientos que tu amor y tu salvación sean inmutables y para siempre lo mismo. Aunque las naciones y los imperios se levanten y caigan, y todo lo terrenal sea dado para cambiar, Jesús y su gran salvación son para siempre, y su justicia la que no puede ser abolida.

Dulce es esa escritura, Los montes se apartarán, y los collados serán removidos; pero mi bondad no se apartará de ti, ni el pacto de mi paz será quitado, dice el Señor que tiene misericordia de ti.

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