REFLEXIONES

¡Lector! hay muchas reflexiones prácticas para la supresión de la ira en su primera aparición; y muchas mejoras útiles para descontar la parcialidad hacia los niños, que se pueden extraer de este Capítulo, y que bajo la gracia haréis bien en considerar. Pero me desvío de cualquier otra consideración, como de menor importancia, para seguir la evidente intención del ESPÍRITU SANTO en este Capítulo, para contemplarlo, a quien el Patriarca José claramente sombreó en varias circunstancias sorprendentes de su carácter.

¿Y no envió DIOS el PADRE a su amado Hijo desde los reinos de la bienaventuranza a este nuestro mundo, para ver si nos iba bien y cómo nos fue? Pero aunque vino lleno de amor y misericordia, cuando vino a los suyos, los suyos no lo recibieron. ¿No conspiraron contra él? Es más, ¿por qué digo que no lo hicieron? ¿No hemos conspirado todos contra él por el pecado y por rebelión, lo hemos vendido en manos de los gentiles y lo hemos crucificado y matado por manos de impíos? ¿No fue despojado de sus vestidos, echado en la fosa, y su tumba hecha con los impíos en su muerte, porque no había hecho violencia, ni se halló engaño en su boca? ¡Oh! ¡Tú, José todopoderoso de tus hermanos! dame la gracia de ver que, aunque has sido despreciado y rechazado por los hombres, varón de dolores y familiarizado con el dolor; y tengo, (como esos hermanos antinaturales), escondí de ti mi rostro; sin embargo, por la soberanía de tu gracia, ayúdame a ver que fuiste enviado por DIOS el PADRE, para cuidar y proveer para mi bienestar eterno.

A la verdad eres enviado delante de tu pueblo, y para salvar sus vidas con una gran liberación. ¡Salve, amado Redentor! Desde ahora sea el lenguaje de mi corazón, bendito sea el que viene en el nombre del SEÑOR.

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