Mientras permanezca la tierra, la siembra y la siega, el frío y el calor, el verano y el invierno, el día y la noche, no cesarán.

¿Cómo ha marcado el tiempo, a lo largo de un período de cerca de 4000 años, la verdad de esto por toda la tierra?

REFLEXIONES.

Detendré al lector, pero con dos observaciones, únicamente, sobre este capítulo; y si están bien fundamentados, ¡que un Dios misericordioso les conceda el peso que les corresponde en la mente!

¿Permanecieron Noé y su familia perfectamente seguros en el arca, en el momento de tan terrible destrucción del mundo entero? Piensa, pues, alma mía, en los recursos infinitos e inagotables que hay en Cristo Jesús, para todas las necesidades de todo su pueblo. No hay estrechos, ni estrecheces, sino lo que nosotros mismos hacemos, en el pacto eterno de gracia, fundado en la sangre y la justicia del Señor Jesucristo; pero abundante amor y abundante misericordia, respondiendo a todas las necesidades de su pueblo.

Dios misericordioso! hacer que el lector y escritor de esta reflexión sea abundantemente provisto de esta plenitud, y gracia sobre gracia, hasta que la experiencia del corazón de ambas, pueda unirse al resultado del cántico del apóstol, y, bajo la misma seguridad, decir, como él lo hizo: Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas; a quien sea la gloria por los siglos. Amén.

La otra observación que quisiera ofrecer surge de los diferentes caracteres que el cuervo y la paloma parecen sugerir a nuestra mente. ¿No podemos, sin violencia, considerar al cuervo como un emblema de la mente carnal, que, en medio de toda su profesión, puede vivir del mero cadáver exterior y no siente ningún deseo de entrar dentro del arca, para su comodidad y disfrute? ¿Y no es la paloma una hermosa semejanza de un alma bondadosa, que no puede encontrar descanso para la planta de sus pies, hasta que es acogida y asegurada en Cristo Jesús? ¡Señor! concede que nunca pueda ser encontrado entre aquellos que puedan descansar satisfechos sin el arca; pero dame esa sencillez de paloma y esa sinceridad piadosa que anhela entrar en mi interior.

Y ¡oh! Tú, que eres el Todopoderoso Noé de tu iglesia y pueblo, como sin ti, Señor, nada puedo hacer; haz tú, como aquel que fue tu tipo, extiende tu mano y llévame al arca para que viva. para siempre contigo, para que donde tú estés, allí también esté yo.

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