Hawker's Poor man's comentario
Génesis 9:29
Y fueron todos los días de Noé novecientos cincuenta años; y murió.
Noé vivió, en total, 950 años; un peregrino en dos mundos, se puede decir de él, y sin embargo, un peregrino; porque al final murió y cayó bajo la sentencia universal. Génesis 3:19
REFLEXIONES.
¡LECTOR! si sus sentimientos se corresponden con los míos, por la lectura de este dulce capítulo, le gustará meditar con un éxtasis peculiar en lo que Dios dice en él, acerca del arco iris; y si, bajo las enseñanzas del Espíritu Santo, se le induce a descubrir algunas de esas cosas preciosas que parecen estar conectadas con él, le encantará considerarlo una y otra vez, en la más devota contemplación. Creo que podría contemplarlo para siempre, mientras las palabras del Señor vibran en mi oído o están presentes en mi recuerdo.
Aunque sé que ese hermoso arco que forma en los cielos se produce por causas naturales y se construye únicamente a partir del reflejo de los rayos del sol en las gotas de lluvia; pero tampoco sé yo que el Dios de la naturaleza es también el Dios de la gracia; y que tal es la soberanía de su bondad y su poder, que todas las cosas están subordinadas a sus altos designios, que obra según el consejo de su propia voluntad.
¿Y no permitiré el pensamiento placentero, cuando mi Dios haga que este objeto glorioso sea colgado en los cielos para que el hombre lo note, aunque los medios que lo producen sean naturales, pero la señal que se pretende con él es de gracia? ¡Gran Padre de misericordias! Has dicho que pondrás tu arco en la nube, que será una señal de tus misericordiosos compromisos con la humanidad; para que lo mires y te acuerdes de tu pacto eterno? ¡Oh! entonces, dame gracia para mirarlo también; y para contemplar en él, con el ojo de la fe, ese ángel poderoso, el Señor Jesucristo, a quien Juan, el amado apóstol, en las edades posteriores, vio vestido con un arco iris alrededor del trono.
Que mire así por gracia, hasta que mis ojos despierten todos los afectos de mi corazón, y mi alma sea confirmada y establecida en la plena seguridad de la fe y la dependencia de todas las promesas del pacto de Dios el Padre, en Cristo Jesús el Señor.