Hechos 4:37

REFLEXIONES

¡Reflexionemos bien sobre las cosas preciosas contenidas en este Capítulo, que tan gratuitamente nos son dadas por Dios! ¡Y recordemos particularmente que todo lo que aquí se registra de la prosperidad de la Iglesia, surgió de la bendita Persona y Obra de Dios el Espíritu Santo! Lo contemplamos aquí, bajo muchos de esos personajes más bondadosos en los que el Señor Jesús le prometió antes de su partida.

Como el Señor el Espíritu es el Fundador, así es El Gobernador, Conservador, Maestro, Consolador, Santificador de la Iglesia en todas las épocas. En cada instancia individual de bendición tanto a ministros como a personas, la suya es manifestar el acto de gracia y, al glorificar a Jesús, tomar al Señor Jesús y darlo a conocer a sus discípulos. ¡Y en medio de todas las diversidades de dones, y todas las diferencias de administraciones, y todas las diversidades de operaciones, todo esto obra ese Uno y el mismo Espíritu, dividiendo a cada hombre individualmente como quiera!

¡Oh! Espíritu bendito y eterno, ahora, como lo hiciste entonces, ¡manifiesta tu amor a la Iglesia de Jesús! ¡Ven, Señor, en medio de tu Sion, aunque los constructores han destruido la principal piedra del ángulo! Levanta un ministerio fiel, que, recibiendo de ti su ordenación, pueda dispensar fielmente tu palabra al pueblo. Dejemos que los dulces dones de ascensión de nuestro resucitado y exaltado Salvador, desciendan nuevamente para iluminar nuestras iglesias, y que esa preciosa Escritura se cumpla nuevamente en nuestros días y generaciones, donde se dice que Él dio algunos Apóstoles y algunos Profetas, y algunos pastores y maestros, y todos para el perfeccionamiento de los santos, para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo.

Señor, con misericordia escúchalo y hazlo; ¡No lo detengas, Dios mío! hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo.