REFLEXIONES

LECTOR, mientras leemos este capítulo y contemplamos las miserias del mundo como consecuencia del pecado, ¿no podemos exclamar con el salmista: Venid, he aquí las obras del Señor, qué asolamientos ha hecho en la tierra? ¡Oh! los dolores incalculables, a causa del pecado, y las angustias en todas las épocas. Inundó el mundo con agua; destruyó a Sodoma y Gomorra por el fuego; ¡Ha producido la muerte en todas las circunstancias de la humanidad! Pero para ver la atrocidad del pecado en sus colores más fuertes, debemos mirar al Gólgota y contemplar a Jesús muriendo por el pecado, el justo por los injustos, para llevar a los pecadores a Dios.

Lector, no olvides a quién se debe, ¡que la tierra todavía está en pie! ¡Mira a Jesús! y así mira, hasta que el ojo afecte al corazón. ¡Oh! Es una bendición tener tales puntos de vista del Cordero de Dios, que alejarán todas las demás consideraciones y harán que todas las cosas se sonrojen, como los cuerpos celestes en la presencia de su Señor, al tener todo el corazón y los afectos centrados en él. ¡Precioso Jesús! Sé tú mi único objeto glorioso, y toda flaqueza de alma será olvidada, sí, desaparecida.

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