Algunos han pensado que aquí se habla de la persona de Dios el Padre, porque a la Iglesia se le enseña a mirarlo con peculiar reverencia de carácter, como el Creador. Pero, como a la iglesia nunca se le enseña a mirar hacia arriba a Dios el Padre, en esta gloriosa distinción de carácter, con exclusión de las otras personas de la Deidad, pero siempre en conjunción con ellas, no veo razón para romper la conexión de el capítulo, suponiendo que lo anterior, y que evidentemente se habla de la persona de Cristo, como Mediador, no se continúa a través de este pasaje también.

En todos los actos de la creación, así como de la redención, la palabra de Dios nos dice que toda manifestación de Jehová es en y a través de la persona, oficios y carácter de nuestro Señor Jesucristo: Hebreos 1:1 . Y si leemos esta sublime descripción en la persona del Señor Jesús, como la cabeza gloriosa de su Iglesia y pueblo; y mientras lo leemos (y que parece haber sido el diseño para el que fue dado) recordamos nuestro interés en él; ¡Oh! ¡Cuán bienaventurada es cada palabra que llega al alma para consolar, animar y dar confianza a todo pecador redimido!

¡Lector! lee una y otra vez estos versículos. Recuerde lo que se dijo antes de la ternura de Jesús como Pastor, y vea aquí lo grande que es, de quien se dijo que era tan misericordioso. Combina ambas vistas en una; entonces di, cuán segura, cuán eternamente segura y segura debe ser esa alma redimida, por pobre, por pequeña e insignificante que sea en sí misma, que es verdaderamente una con Él, cuyo poder toma las islas como una cosa muy pequeña; cuya sabiduría mide las aguas y encuentra los cielos; ¿Y para quiénes son las naciones sino como la gota del balde? ¡Lector! ¿Tienes interés en este Jesús omnipotente, en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y el conocimiento? Haga de esto el tema de investigación, como una de las mejoras más benditas de esta escritura; y entonces entrarás en una comprensión completa de lo que dice el Profeta: Cuán imposible es encontrar alguien a quien comparar a Jesús, y cuán imposible es enriquecerlo con los servicios de sus criaturas, ante quienes el Líbano no es suficiente para quemar, ni todas sus bestias suficientes para un holocausto. ¿Y cuán verdaderamente bienaventurado es, además, contemplar esta soberanía de nuestro Señor Jesús, en la nueva creación del alma, mientras lee tan sublimes instancias de la vieja creación en la naturaleza?

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