He aquí una oración muy ferviente y animada, en la que la Iglesia ruega a su Señor, que por la soberanía de su gracia y el derramamiento de su Espíritu Santo, él venga y descienda en medio de su pueblo, que las montañas del pecado y la incredulidad podrían derretirse ante él. ¡Lector! dependa de ella, cuando la gracia habilite a la Iglesia, o al creyente individual, a salir en tales gritos de despertar del alma; el Señor, que así prepara el corazón para la misericordia, está cerca, en misericordia para encontrar y bendecir a su pueblo.

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