REFLEXIONES

¡LECTOR! no podemos mejorar mejor este precioso Capítulo que siguiendo el ejemplo que el Profeta nos ha dejado aquí, tanto en tiempos de calamidad pública como en visitas privadas; al sitiar un trono de gracia sobre el mismo terreno, y suplicar misericordia con los mismos argumentos, como el Profeta usa aquí. Siéntese y medite sobre las muchas súplicas fuertes e incontestables, todo pobre pecador tiene en esta única causa de santa confianza, el nombre de Jehová.

Los propósitos del pacto, el consejo, la voluntad, la declaración de Jehová. Además, sus promesas inmutables, fundadas en su propio amor libre y eterno. A esto agregue la palabra, el juramento, esas cosas inmutables de Jehová, en las cuales es imposible que Dios mienta. Luego abra al mismo tiempo, el volumen infinito de la gracia, en la Persona, obra, sangre, gracia, espíritu y justicia del Señor Jesucristo. Llame aún más en su ayuda, la persona, los oficios y la gracia eterna de Dios el Espíritu Santo.

Y cuando estas grandiosas y gloriosas verdades se graben plenamente en la mente; siéntate e inventa nombres, si puedes encontrarlos para la miseria y el pecado, en todas sus diversas formas: y ve si no se encuentran algo en esas benditas opiniones de los que hicieron pactos Todopoderoso, para responder y satisfacer a todos. ¡Oh! tú, la esperanza de Israel, diría, tanto para mí como para el lector: ¡Oh, tú eres tanto la esperanza como el salvador de ella! y no te preocupes por las preocupaciones de tu pueblo; No nos aborrezcas por amor de tu Nombre; ¿No deshonras el trono de tu gloria?

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