REFLEXIONES

¡LECTOR! después de haber hecho, bajo la enseñanza divina, sus más serias contemplaciones sobre los diferentes temas propuestos, de verdaderos y falsos profetas, presentados ante usted en este Capítulo; hay una serie de pensamientos abiertos a su vista, en una parte de su contenido, a los que le ruego que me dirija más inmediatamente, tanto a su meditación como a la mía. Quiero decir, en esa gracia y bondad inigualables manifestadas por el Señor, en medio de la rebelión y el pecado de todo su pueblo, como se establece en este Capítulo.

Cuando se cumplan setenta años, dice el Señor, te visitaré y cumpliré mi buena palabra para contigo. ¡Lector! ¿No es éste el tenor constante y las preciosas palabras de toda la carta de gracia? ¿Qué es la buena palabra de Dios para su pueblo, sino la palabra de Dios en Cristo Jesús? ¿Cuál es el cumplimiento de la promesa de Jehová, sino la promesa de redención en Cristo, que se propuso en sí mismo antes de que comenzara el mundo? ¿Y qué es toda la venida de Jesús, para librar de un cautiverio peor que el de Babilonia, del pecado, de la muerte y del infierno? pero ¿cumplir la misericordia prometida a nuestros antepasados ​​y recordar su santa alianza? ¡Oh! qué pensamiento es, en medio de todos mis caminos rebeldes, y después de todas mis visiones indignas de la bondad divina, que sus pensamientos no son nuestros pensamientos, ni sus caminos nuestros caminos.

Jesús dice, y Dios Padre dice, y no me dejes nunca olvidar las declaraciones de gracia: Yo sé los pensamientos que tengo hacia ti, dice el Señor: pensamientos de paz y no de mal, para darte un final esperado. ¡Señor! Yo diría, como tú has dicho. Ayuda a mi alma a orarte y a buscarte como a un tesoro escondido, con todo mi corazón y con toda mi alma. Y tú, Señor, reúne a tu Iglesia, a tus redimidos, a tu pueblo, de todos los lugares adonde fueron esparcidos en el día nublado y oscuro; sí, Señor, tráelos a todos a casa con tu rebaño, y manifiesta que tú eres su Dios, y que ellos son tu pueblo y las ovejas de tu prado. Amén.

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