Paso por alto muchas bellezas en esos versículos, que proporcionarían mucho espacio para la meditación más deliciosa, a fin de llamar la atención del lector sobre esa parte más interesante, que tan clara y tan plenamente apunta al Señor Jesús. ¿De quién se supone que habla el Profeta acerca del que cuenta las ovejas, sino del Señor Jesucristo? ¿No fue Él quien anotó sus nombres en el pacto eterno, cuando negoció su redención y cuando los recibió del Padre? ¿No dijo él, en los días de su carne, que todo lo que el Padre le había dado le vendría? Y de hecho, ¿no estaba él comprometido a dar vida eterna a todos los que el Padre le había dado? Seguramente las palabras no pueden interpretarse en ningún otro sentido.

Y le ruego al Lector, como una confirmación más para comentar, que aquí se dice que los rebaños pasan de nuevo, bajo las manos del que los cuenta, lo cual es sin duda, una prueba positiva, de que habían pasado antes. Tanto en el propósito es esta gloriosa escritura; ¡Y tan bendecido en la confirmación de la rica misericordia de Dios en Jesucristo!

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