REFLEXIONES

¡LECTOR! que usted y yo busquemos la gracia del SEÑOR, para que podamos reunir de este capítulo todas las benditas mejoras que el ESPÍRITU SANTO pretendía transmitir a su iglesia y pueblo. Porque tú y yo podemos, con igual justicia, tomar el lenguaje de Job como lo hizo y decir: Nuestro aliento está corrompido, nuestros días se han extinguido y la tumba está lista para nosotros. Si las aflicciones de Job o las pruebas de Job pueden no ser nuestra parte al regresar a casa a través de nuestro estado de peregrinaje, no lo sabemos.

Estas cosas están en una cita más sabia y mejor que la nuestra. Pero venga o no un tiempo de angustia, la muerte debe llegar; porque está establecido que todos los hombres mueran una sola vez, y después de esto el juicio. ¡Y qué cosa tan terrible debe ser no estar preparado para lo que es tan seguro! Puedes estar seguro de que el hombre que vive en una incertidumbre morirá en una incertidumbre. Cuánto se recomienda el ejemplo de Job a nuestra atención e imitación; Si como él, tendríamos que lidiar con la muerte con familiaridad; dar un giro a menudo a la tumba, y imaginarnos como allí, antes de que en realidad seamos llevados allí; esto tendería a disminuir la aprensión y llevaría al alma a una seria indagación sobre los medios más seguros de convertirla en un lugar de morada pacífica y feliz.

Esto sería usar el mundo para no abusar de él, e inducir, bajo la enseñanza divina, esos benditos efectos, que mientras incitan al corazón a decir a la corrupción, tú eres mi padre; y al gusano, tú eres mi madre y mi hermana, sacarías toda el alma en deseos en pos de él, quien con su muerte venció a la muerte, y con su resurrección, aseguró la felicidad eterna de sus redimidos.

¡Sí! ¡Tú, Grande, Todopoderoso Conquistador de la muerte, el infierno y la tumba! Esto sería conocerte salvíficamente a ti y a tu preciosa salvación, para que tanto en una hora de vida como en una hora de morir, nuestro corazón esté atento a la llamada del Maestro, ya sea a medianoche o al canto del gallo. , o por la mañana, podríamos ser hallados como esos siervos sabios, que esperan la llegada de su SEÑOR.

¡Precioso JESÚS! escribe tu advertencia de gracia en cada corazón, y concédenos gracia, para vivir a la altura de su constante ejercicio, por la fe en tu sangre y tu justicia: Estad siempre preparados, porque no sabéis a qué hora vendrá el Hijo del Hombre.

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