REFLEXIONES

¡Mi alma! aquí hay algunas instrucciones muy dulces que se pueden obtener de este capítulo. En cualquier luz que se considere Elifaz, el Temanita, aún el ESPÍRITU SANTO puede y hará que su conducta sea ministrada para la gloria de DIOS y el bien de los hijos de DIOS. Sus observaciones, en varias partes, claramente enseñan al pueblo de DIOS, cuyos restos de corrupción moradora son demasiado propensos a estallar en murmuraciones bajo sus aflicciones, que no hay ningún caso, ni situación, en la que un hijo de DIOS pueda ser colocado, que por un momento puede admitir insatisfacción.

Pero sus observaciones no menos enseñan al mismo tiempo, incluso desde este punto de vista, que los hombres piadosos toman demasiado a la ligera las aflicciones de DIOS, cuando agregan a las inteligentes, agregando una adición inapropiada a los afligidos, al decir o hacer cualquier cosa que pueda servir. para irritar y agravar sus penas. Es cierto que el gran artificio de Satanás iba a irritar a Job; para comportarse de tal manera que, en el impulso del momento, pudiera acusar a DIOS tontamente y maldecirlo.

Y si la conversación de Elifaz, por plausible que sea; tenía una tendencia a lograr el mismo fin, fuera lo que fuera el temanita en sí mismo, evidentemente era el instrumento de Satanás para derribar a los piadosos. Me parece que, por tanto, aprendería de aquí, la precaución, incluso en un celo por DIOS y su gloria, para no añadir a un corazón que está afligido; pero aparta dulcemente la mente de cualquier pobre sufriente que se interponga en mi camino, para que no se preocupe por la aflicción; mirar al DIOS de todas nuestras misericordias en la aflicción; o, para usar las hermosas palabras del profeta, llamar al que sufre para que escuche la vara, y quién la ha designado.

¿Y cómo podría hacer esto de manera tan eficaz, ya sea en mis propios dolores, o en los dolores de otros, como si te mirara a ti, bendito a JESÚS, en cuyos dolores inigualables todo hijo de DIOS aprendería pronto a olvidar el suyo? ¡Oh! ¡Bendito JESÚS! ¿Cómo tiende tu brillante ejemplo a dignificar el camino del sufrimiento ya dar brillo a las lágrimas de la más grande aflicción? ¡Oh! para que la gracia te siga por fe, al huerto, al desierto, a la cruz, y allí medite, hasta que el alma salga a la interesante pregunta: ¿No os importa nada a todos los que pasáis? ¿Si hay algún dolor como el mío que se me ha hecho, con el que el Señor me ha afligido en el día del ardor de su ira?

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