JOSHUA
OBSERVACIONES GENERALES.
ESTE Libro de Dios toma su nombre de Josué, no tal vez por ser el autor de él, porque es más que probable que no lo haya escrito, más probablemente, como algunos piensan, que haya sido Finees: sino porque trata principalmente de él y de sus victorias en la conquista de Canaán, como capitán del ejército del Señor. Y como por su nombre, así como en este personaje, era un tipo eminente del Todopoderoso Josué, nada podría haber sido más adecuado que en la historia de la toma de posesión de Canaán por parte de la iglesia, debería registrarse en su nombre, quién evidentemente, en todo lo que hizo en esta gran obra, tipificó a un mayor que él, incluso el Señor Jesucristo.
En el punto de la historia, el Libro de Josué contiene todos, los grandes acontecimientos que tuvieron lugar en la Iglesia de Dios, desde la muerte de Moisés hasta la muerte de Josué, un período de algo más de veinte años: durante el cual la conquista de Canaán y su división entre las tribus de Israel se cumplieron.
Forma un período memorable en la historia de la iglesia, y especialmente cuando se considera con miras a la conquista espiritual de la iglesia sobre sus enemigos por el verdadero Josué, al someter toda oposición y unir a su pueblo para que auto ese descanso que queda, para el pueblo de Dios.
¡Lector! una petición que tengo que hacerte a lo largo de toda la lectura de esta historia. Busque la gracia de aquel cuyo oficio es glorificar a Jesús, para que en la conducta de Josué al guiar al pueblo de Dios a la victoria, pueda mirar más allá del tipo y contemplar los perfiles de él, cuyo mismo oficio, como el de Josué, es salvar a su pueblo, ir delante de ellos, vencerlos y finalmente darles a todos una herencia entre los santificados.
¡Oh, todopoderoso Josué! Tú, Capitán de la Salvación, que traes a muchos hijos a la gloria, que te vea yendo delante de mí en todas las victorias sobre el pecado, la muerte, el infierno y la tumba; y secando los Jordan de la aflicción, las pruebas, las tentaciones y las dificultades, a través de las cuales me estás conduciendo. ¡Queridísimo Jesús! sigue adelante, y sácame, y dame gracia para seguir, hasta que me introduzcas para contemplar tu gloria y morar contigo para siempre.