REFLEXIONES

¡Lector! usted y yo descubrimos aquí claramente que Cristo es el buen Pastor. Tanto su oficio, relación y carácter, bajo esta dulce figura, es elegido por Dios Padre, y todas sus ovejas le entregadas por el Padre como suyas. Eran suyos, en este nombramiento, desde la eternidad. Y ahora, en el estado temporal de un desierto, donde el Señor los encuentra vagando, viene a buscar y salvar lo que estaba perdido.

¿Hemos conocido tú y yo a Cristo bajo este carácter tan querido? ¿Tenemos los rasgos que Jesús ha descrito aquí, por los que solo nosotros probamos, que somos las ovejas de su prado? Nada puede ser más claro que lo que Jesús ha marcado aquí para descubrir sus ovejas entre las cabras del mundo. Él dice, las ovejas escuchan su voz, conocen su llamado, lo siguen. Al extraño no seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz del extraño.

¿Tenemos estos tokens innegables? ¡Oh! ¡Que la gracia sea tan distinguida! ¡Bendito sea acostarse en su redil, apacentar en sus pastos, y entrar y salir por esas sanas aguas de consuelo, junto a las cuales el Gran Pastor de Israel alimenta a su rebaño! ¡Lector! Jesús hará con todo su rebaño como el Espíritu Santo ha dicho. Él alimentará, protegerá, sanará, fortalecerá, guiará y, en resumen, hará todo lo que pertenece al oficio de pastor; llevará los corderos en sus brazos, y guiará suavemente a los que están con las crías.

Y, para coronar a todos, él los preservará eficazmente de todo mal y les dará vida eterna, para que nadie perezca, ni nadie los arrebatará de sus manos y de las de su Padre. ¡Granizo! Pastor Todopoderoso de tu rebaño.

¡Lector! he aquí los triunfos de tu Señor sobre todos los enemigos de su Deidad, y contra toda la terrible oposición hecha a su persona y carácter divinos. Así era entonces, así es ahora, y así será, hasta que el Señor haya puesto todo debajo del estrado de sus pies. ¡Señor Jesus! Establece a tu pueblo en su santísima fe, hasta que los lleves a casa a las fuentes de agua viva, donde, como un Cordero en medio del trono, los alimentas, y donde has enjugado toda lágrima de todos. Rostros, y la reprensión de tu pueblo quitaste de toda la tierra.

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