Lector, no pase por alto, en este reconocimiento de Israel, los caracteres del verdadero arrepentimiento. Yacen hundidos en el polvo, reconociendo el derecho soberano de Dios de hacer lo que le plazca; y mientras suplican misericordia, confiesan que no tienen pretensiones al respecto. Ciertamente, el Espíritu Santo prepara las almas de los verdaderos arrepentidos para todas las riquezas de la gracia de Jesús, despojando así el corazón de todo, para que Jesús sea más precioso.

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