REFLEXIONES

¡BENDITO JESÚS! ayúdame con la guía y la influencia de tu buen ESPÍRITU a traer continuamente todas mis ofrendas a ti, y en ti, y a través de ti, que sean presentadas a DIOS, sí, a tu PADRE. Tú eres el verdadero tabernáculo y el altar, el sacrificio y la ofrenda, y el gran sumo sacerdote por quien son los únicos aceptados. ¡Oh! que todo se centre en ti, ya que toda buena dádiva y todo don perfecto procede de ti.

Y mientras encuentro motivo para bendecir al Autor de todas mis misericordias, que no estoy bajo un pacto de obras, sino de gracia; que aún tenga respeto por todos tus mandamientos, cuando hayas enseñado a mi alma tus estatutos, sin olvidar nunca lo que ha dicho tu siervo el apóstol, que no estamos sin ley para Dios, sino bajo la ley para CRISTO. ¡Queridísimo SEÑOR! Cuán delicioso es el pensamiento de que tú eres el fin de la ley, para justicia a todo aquel que cree.

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