REFLEXIONES

¡LECTOR! cuando haya leído este capítulo, haga una pausa y contemple conmigo, ¡en qué terrible estado de pecado y corrupción ha caído nuestra naturaleza! ¿Es posible considerar estos preceptos como verdaderamente necesarios por haber sido dados, para considerar nuestra naturaleza universalmente capaz de perpetrar crímenes y bestialidades tan horribles, sin sentirnos heridos por un sentido profundo de nuestro miserable estado a causa de la caída?

¿La mano que ahora escribe y el ojo que ahora lee están igualmente llenos de la misma malignidad, a menos que la gracia omnipotente los refrene de estas diversas corrupciones? ¡Queridísimo y bendito JESÚS! ¡Cuán cada vez más preciosa debe ser tu persona y la santidad en el sentido consciente del pecado para todo tu pueblo! ¡Oh! que sea mi felicidad estar más cerca de ti, desde la convicción de mi falta de ti.

¡Señor, permíteme mortificar las obras del cuerpo con tu ESPÍRITU SANTO, para que pueda vivir! Y mientras contemplo, como lo hago, en el contaminado mundo pecaminoso que me rodea, los muchos casos deplorables de pecado e inmundicia entre los impíos; que pueda sentir la dulzura de esa bendita escritura, traída personalmente a mi corazón, y hablando de mi propia experiencia: Y así fueron algunos de ustedes. Pero sois lavados, pero sois santificados, pero sois justificados, en el nombre del SEÑOR JESÚS, y por el ESPÍRITU de nuestro DIOS.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad