REFLEXIONES

TODAVÍA, alma mía, mantén tu mirada fija en JESÚS, y ora por las preciosas enseñanzas de DIOS el ESPÍRITU SANTO, cuyo oficio es glorificar al SEÑOR JESÚS, para que él te permita contemplar al Redentor tipificado a través de las diversas partes. de este Capítulo. Y como JESÚS fue y es ministro del santuario y del verdadero tabernáculo, que mi corazón se regocije y participe con él en todas las cosas dulces de su altar.

¡Que sea mi porción, SEÑOR, alimentarme de ti, vivir para ti, regocijarme en ti! Nunca podré presumir de traer algo propio para mezclarme con el sacrificio suficiente del SEÑOR JESÚS; sino que desees venir, o más bien ser guiados por el ESPÍRITU SANTO a DIOS y a mi PADRE, en el camino nuevo y vivo de la sangre de JESÚS, y hacer mención de su justicia, incluso de la única. Pero ¡oh! ¡CORDERO de DIOS! Cuán bienaventurado es verte a la vez como Sacrificio y Sacerdote.

Hiciste a todo tu pueblo reyes y sacerdotes para DIOS y el PADRE. Y como tú eres nuestra gran ofrenda de paz, así eres nuestro glorioso Cordero pascual. De ti nos alimentamos. Por ti vivimos. A través de ti somos nutridos y sostenidos, y somos partícipes de una vida eterna. ¡Precioso SEÑOR! Danos de comer de tu carne y de beber de tu sangre, para que tengamos vida eterna permanente en nosotros. Amén.

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