Y entró en el templo y comenzó a echar fuera a los que vendían en él y a los que compraban; Diciéndoles: Escrito está: Mi casa es casa de oración; mas vosotros la habéis hecho cueva de ladrones. Y enseñaba a diario en el templo. Pero los principales sacerdotes, los escribas y los principales del pueblo procuraban matarlo, y no sabían qué podían hacer; porque todo el pueblo estaba muy atento a escucharlo.

Remito al lector para mis observaciones sobre esos versículos al pasaje similar, Mateo 21:12

REFLEXIONES

¡BENDITO SEÑOR JESÚS! ¿Te contemplo a ti, mi honorable Señor, entrando y pasando por Jericó, la ciudad maldita? ¡Sí! Hago. ¿Y es, alma mía, de asombro, cuando sé que ese Santo Señor, que no conoció pecado, estaba todavía contento de ser hecho pecado y maldición, para que sus redimidos fueran hechos justicia de Dios en Él? ¿Y había un Zaqueo pobre cerca de Jericó, uno de Cristo, un hijo de Abraham, que Jesús fue a buscar a propósito? ¿Y no buscará Jesús todavía a los suyos, dondequiera que estén esparcidos, en el presente día nublado y oscuro? ¡Oh! ¡sí! Jesús los llamará hacia abajo de toda imaginación elevada, o los levantará de todo estado caído; porque el Hijo del Hombre ha venido a buscar ya salvar lo que estaba perdido.

Rey Todopoderoso! en verdad eres un noble que ha ido a recibir para ti un reino y volver. ¡Señor! dame gracia para ocuparme hasta que vengas. La ocupación más verdadera, mi honorable Señor, es vivir de ti y recibir eternamente tu plenitud y gracia por gracia. Y cuando venga mi Señor, yo, como los niños de Israel, no te saludaré con Hosannas; sí, con gritos y aclamaciones de alabanza? Bendito, bendito por siempre el que viene en el nombre del Señor.

Y, ¡oh! ¡Tú, tierno y compasivo Señor! Que mi alma recuerde a menudo tus lágrimas sobre Jerusalén. ¡Jesús lloró! ¡Oh! ¡la amplitud de las misericordias en el corazón del Dios-Hombre Jesucristo! ¿Qué impedirá que mi alma vaya a Aquel que conoce mi estado físico por el suyo? y cuyas misericordias son las misericordias de Dios y del hombre en uno. ¡Oh! el privilegio de un trono de gracia! ¡Oh! ¡la bienaventuranza de un Sumo Sacerdote!

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