REFLEXIONES

¡Lector! Reflexionemos bien sobre los preciosos contenidos de este precioso Capítulo. ¡Mirad! ¡Cómo se deleitó Jesús en su última Pascua y primera Cena! Con ganas (dijo ese querido Señor), he deseado comerlo contigo antes de sufrir. ¿Y no desea todavía la dulce comunión con su pueblo ahora, como entonces? ¿No dice Jesús lo mismo acerca de su Palabra, sus Ordenanzas, su Mesa, su Cena? ¿Y no anhela el Señor, desde el primer momento de contemplar a su Iglesia, el tiempo de la conversión de cada uno y el consuelo de todos, hasta que todos los redimidos sean llevados a casa en la gloria? ¡Oh! entonces, qué dulce es seguir los deseos del Señor con los nuestros; y mientras Jesús sale a bendecir, tú y yo podemos, por su gracia, salir a recibirlo.

¡Lector! ¡detente sobre el terrible personaje de Judas! ¡Contempla las diferentes características de Peter! Contemplamos desde la eternidad la causa en la soberanía de la gracia, y si es así podemos encontrar en nuestras propias almas, muestras de amor rico, libre, inmerecido, que nos haga diferenciarnos del traidor, en ser hijos de la promesa; ¡Oh! para que la gracia atribuya toda la gloria a Aquel a quien solo se le debe todo. ¡Señor! ¡Cómo es posible, bien podemos decir, que te has manifestado a nosotros y no al mundo!

Alabado sea tu amado nombre, porque Jesús, el Hijo de Dios, tomó sobre él para responder por su pueblo, por el cual el Santo de Israel fue contado entre los transgresores. ¿Y tus redimidos no serán contados en ti por justos delante de Dios? ¡Mi alma! todos los rescatados en Sion están autorizados a esta conclusión. Bendice a tu Dios y Salvador por esta misericordia inefable. Jehová es el que ha concluido así, y por tanto, conviértelo también en tu conclusión; pues así, la carta de la gracia va al gozo de la Iglesia. Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él,

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