REFLEXIONES

¡Bendito Señor! Siempre que pase por los campos de maíz, ya sea en sábado o en cualquier otro día, que el recuerdo de tu inigualable ternura y condescendencia, en esas estaciones aquí representadas, me lleve a la contemplación de tu gracia y amor por tus discípulos. Y mientras veo a tus seguidores frotando las mazorcas de maíz y comiéndolas, recuerdo cómo Jesús fue quebrantado y magullado por nuestros pecados, y su cuerpo entregado como pan de vida por todos sus redimidos.

¡Oh! para que la gracia me alimente de ti por la fe, hasta que llegue a verte como eres y habite contigo para siempre. Y tú, Señor, en todas mis circunstancias marchitas y agonizantes, haz conmigo como este pobre en la sinagoga; dejad que Jesús hable sólo la palabra, y estoy seguro de que seré curado. Y tu invocación eficaz sobre mi pobre corazón, me haga seguirte, como lo hicieron tus fieles discípulos; ciertamente, Señor, si la virtud salió de ti, cuando estabas en la tierra, y los sanó a todos, la eficacia no disminuye en el día. de tu poder! ¡Oh! porque esa gracia distintiva que Jesús declara ser bienaventurada, la cual, aunque la encuentran los que son pobres en sí mismos, y entre los hambrientos y los dolientes, se encuentran ricos en fe ante Dios, y herederos del reino. Permaneciendo firmes sobre la roca Cristo Jesús, resistirán toda tormenta,

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